Hoy quizás ni lo recuerde, fue su primer amor, talvez
nunca lo supo, el nunca se animo a decírselo. Tenía apenas catorce cuando la conoció,
estaba dos niveles más de estudio que ella, ambos estaban aprendiendo a vivir,
y las ilusiones ya rondaban en sus sueños.
Pero no le
pudo hablar, la veía tan bonita e inalcanzable, el se enamoro de ella, ella ni
siquiera lo sospechaba, sin saber porque se resigno a no tenerla a dejarla a no
hablarle.
Un cobarde
se sentía, sin valor para confesar sus sentimientos, su amor lo fue encerrando
, un día partió lejos, con la irrisoria esperanza que la distancia la borraría
de su mente, de su corazón, se marcho reprochándose el no haber siquiera ser su
amigo o conocido, en sueños de fantasías jugaba a encontrarla, hablarle, y
quererse por siempre.
Igual como partió
así regreso, mas ya no la encontró, su pecho se lleno de abrojos al no saber
donde buscarla.
Pasaron dos, tres años, la volvió a ver, en silencio lloro,
se perdió en su mirar, en esos ojos tan profundos que parecían buscar los
suyos. Al volver a mirarla ahora del brazo de un hombre, el comprendió la
realidad, se sintió con cosas que no podía explicar. –nunca fuiste mía, algún día
talvez te vea junto a mi- se dijo para si mismo…
Su nombre que era su idolatría lo grabo en su corazón, como
un día en el banco del salón. La bella niña estaba convertida en una hermosa
mujer, pero ya no podía ser, no no podía ser.
Loja, 21 de noviembre de
1994 16 de abril de 2002