martes, 16 de abril de 2002

LA REINA Y YO



Yo un tipo común y corriente, quizás un poco soñador y fuera de la realidad; ella sin embargo era toda una “reina”; en fin un jueves nos conocimos por casualidad; incluso antes de conocernos la había visto por allí y sentía apatía por ella, la había prejuzgado. Artificial, orgullosa, vanidosa y creída.


 En ese tiempo de haber sabido que allí la encontraría no me hubiese presentado de voluntario, cuando la conocí pensé para mi, -¡que mala suerte la mía encontrarme con esta tipa!- pues nos iba tocar trabajar juntos en el voluntariado.


Aquel primer sábado de trabajo era una verdadera prueba para ambos; venciendo toda mi disconformidad le dirigí la palabra, esperando encontrar una respuesta llena de pedantería y superficialidad; grande fue mi sorpresa cuando de sus labios tímidos brotaron como capullos de flores palabras suaves rellenas de ternura y sencillez.

La mire, no lo podía creer, la seguí escuchando e interesándome en conocer esa parte nueva de ella que no hubiese imaginado poseía, y casi como un presentimiento supe me enamoraría de esas cosa, mis ojos se abrieron y pude ver por primera vez, lo bella que era por dentro y por fuera, aquel mismo día sin saberlo ella me cautivo…

Solo los sábados podíamos charlar y en nosotros fue creciendo ese hermoso sentimiento llamado amistad; ya no la rechazaba, incluso olvide todo lo malo que pensé de ella; ahora lo mas importante era poder navegar por ese hermoso mundo de fantasías que ella me contaba, cada palabra suya me invitaba a soñar.

Para mi ya no era la “reina”, era una muñeca, un hada, un ángel que compartía conmigo sus secretos, me hizo su confidente. Nuestra amistad crecía, después casi todos días hablábamos; éramos los dos aun jóvenes, aprovechábamos los momentos del descanso de estudio para nuestros encuentros, parecía que yo era su amigo predilecto, pues solo conmigo solía charlar.

Yo no se si era mi ilusión lo que me hacia creer en esas cosas, que al final no resultaron ciertas; como aquella interpretación mía de su sonrisa, que me invitaba a conquistar su corazón, pero no pude, no supe como, no tuve la oportunidad.

En mis sueños nos amábamos por siempre, y así hubiese continuado soñando despierto hasta aquel día; cuando por casualidad mis ojos la vieron muy feliz con otro; en ese momento desperté de mi ilusiones, el ocupaba mi lugar en su corazón.

Opte por el silencio y con el me aleje de ella, el lápiz me acompañaba a escribir todo mi amor escondido, todo lo que no pude hablar; ella no entendía porque de mi distanciamiento, me buscaba constantemente y yo como defensa me mostraba indiferente; no quería servirle de instrumento para demostrarle a mi rival, que si quería lo dejaba porque tenia a alguien mas.

Aunque eso hubiese sido imposible, nunca lo iba a dejar, estaba por el como “encantada”, yo sabia que el canalla había tendido la red a la perfección y la había atrapado sin caer en cuenta de su juego, y no lo dijo por celos, pero muchas veces lo vi en devaneos con otras, ella además no me lo iba a creer, si estaba tan fascinado, que frente a ella la traicionaba y no caía en cuenta.

No se cuantas veces a pesar de todo intente mostrarle esa realidad, pero necia y caprichosa, no escuchaba mas voz que la su amo, como un perrito faldero.

Aunque sufría al verla engañada no podía hacer nada, además la hora de mi partida se acercaba, y presentía que con mi adiós no la volvería a ver, le dije por medio de un papel cuanto la amaba y con el un adiós para siempre.

No paso ni cuatro meses cuando fui burlado por el destino, la tenia otra vez junto a mí, tuve miedo de su desprecio y su reproche por mi cobardía, además de esa duda que me acompañaba, al no saber si aun amaba aquel que la engaño.

Dulcemente me dijo un día –“he olvidado a ese que fue ayer mi mayor ilusión”- entonces me abrió las puertas de su corazón y me invito a entrar en el, más al intentarlo de golpe las cerró diciéndome en mi habitación- “tienes que luchar por este amor”

Todo mi tesón puse al enfrentar esta batalla de conquistarla; pero otra vez me engaño, me mintió y me engaño; al otro seguía amando la malvada, aunque sus palabras eran “no, ya no lo quiero no…” pero yo ya no me deje engañar como al principio y me di tregua en la tarea de hacerla mía.

No la vi, ni la busque por un buen tiempo, estaba muy dolido, hasta que mi vida empezó a cambiar y a olvidar todo el pasado, en un primer renacimiento, la llame y hable con ella, ya no tenia miedo hablarle, le pregunte del porque de su juego, porque me hizo ilusionar y di alas a mis ilusiones, aunque su respuesta fue vana, me conforme con ella ese momento si supe seria el adiós definitivo entre los dos…

No volví a verla, seguro ella cambio como yo, quizás ya no es la misma jovencita de la que me enamore, algunas veces por casualidad en la calle nos encontramos, ella me baja la mirada, no se atreve a verme a los ojos, yo en cambio continuo con un sabor agridulce en la boca…

Ya a pasado tanto tiempo de aquello que hoy se que no todo fue malo, por ella empecé y aun continuo con mi afición de escribir estos sentimientos…

Aún sobrevive su recuerdo y no se en que parte de mi aun arde una pequeña braza de lo que un día fue un incendio de amor.

Si antes no tuve oportunidad menos ahora, pero hay cosas que aunque uno quiera no se olvidan, de “la reina” se que ahora lo es de su familia, a formado un hogar y le va muy bien, yo en cambio sigo solo no se hasta cuando, y aún continuo escribiendo estas líneas que quizás nadie lograra leer….

    Loja, 26 de febrero de 1994- 16 de abril de 2002

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