En este momento decisivo de mi
vida en que voy al encuentro de la muerte, quisiera expresar mis ultimas
palabras, con la aclaración que no pretendo justificarme por mi decisión de
terminar con mi vida si a esto le puedo llamar vida.
No pido perdón, ni imploro
consuelo; no es una actitud cobarde la mía, ni un arrebato de locura, este acto
lo haré consiente en pleno control y dominio de mis facultades.
Las repercusiones de mi muerte
las tengo claras y presentes, la pena y angustia de mis padres, el llanto
desesperado de mis hermanos, el grito desgarrador de dolor de mi amada, tal vez
la incomprensión de mis supuestos amigos.
La muerte no es tan malo, es un
acto natural de la vida, acaso no nacemos para morir, pues para mi es el
pasaporte a la libertad, se romperán las cadenas que me atan al mundo, como
poder vivir, si en esta vida no eres libre, eres esclavo, de muchas cosas,
placer, dinero, bienes, vicios, la respuesta nunca la encontrare aquí.
Así que buscare la verdad en otra
parte donde no me dañen, ni me critiquen, ni me digan que hacer, donde no
parezca, “raro”, anticuado, donde pueda amar y me amen de verdad sin interés,
donde pueda ser yo mismo y…..
Loja,
6 de enero de 1997
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