lunes, 6 de enero de 1997

LA CARTA DEL SUICIDA

En este momento decisivo de mi vida en que voy al encuentro de la muerte, quisiera expresar mis ultimas palabras, con la aclaración que no pretendo justificarme por mi decisión de terminar con mi vida si a esto le puedo llamar vida.



No pido perdón, ni imploro consuelo; no es una actitud cobarde la mía, ni un arrebato de locura, este acto lo haré consiente en pleno control y dominio de mis facultades.

Las repercusiones de mi muerte las tengo claras y presentes, la pena y angustia de mis padres, el llanto desesperado de mis hermanos, el grito desgarrador de dolor de mi amada, tal vez la incomprensión de mis supuestos amigos.

La muerte no es tan malo, es un acto natural de la vida, acaso no nacemos para morir, pues para mi es el pasaporte a la libertad, se romperán las cadenas que me atan al mundo, como poder vivir, si en esta vida no eres libre, eres esclavo, de muchas cosas, placer, dinero, bienes, vicios, la respuesta nunca la encontrare aquí.

Así que buscare la verdad en otra parte donde no me dañen, ni me critiquen, ni me digan que hacer, donde no parezca, “raro”, anticuado, donde pueda amar y me amen de verdad sin interés, donde pueda ser yo mismo y…..

Loja, 6 de enero de 1997

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