miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL DILEMA


El dilema- Diego Robles
El otro día encontré en internet a un compañero a un colega del arte de la actuación, a quien aunque no conozco en persona hemos vivido en carne propia la aventura de hacer teatro en nuestra ciudad. 

Entre otras cosas comentábamos, que el hacer arte solo por amor a la camiseta no es conveniente y no es sustentable y que las personas no valoran el trabajo de un artista. Esto me hizo acuerdo de un comentario que  entre broma y en serio se decía el otro día en el teatro de la casa de la cultura, mientras se repartía unos programas e invitaciones a un festival de cine  latinoamericano, decía- “es gratis, aunque muchos creen que por ser gratis no vale”.

Lo cierto es que un criterio común que tenemos es que un artista en nuestra ciudad no puede vivir solo del arte tiene que dedicarse a otras cosas para sobrevivir. Personalmente esto me llama la atención, porque siempre hemos escuchado de Loja ciudad cultural, es más muchos amigos y conocidos de otras latitudes, comentan que a Loja se la tiene como un referente de la cultura a nivel nacional e internacional. Más la realidad es otra, cuando cualquier artista quiere presentar su obra siempre es el mismo publico el presente, o bien sus familiares y amigos. Pero algunos se dirán es que no vale, o no son conocidos, será.

Porque será que cuando se presenta Pinargoti con sus monólogos o el elenco de mi recinto, o de la mueca de Guayaquil el teatro se llena y faltan entradas, y en cambio cuando se presentan grupos locales el público no pasa de las cincuenta personas, ¿acaso el teatro de la ciudad cultural no vale?, o ¿Quién determino que el teatro de Guayaquil es mejor que el de acá?.

Es en ese momento cuando uno quiere botar la toalla, porque se cumple lo de no se puede ser profeta en su tierra. No lo sé, porque con tristeza he visto como grandes grupos artísticos teatrales, con verdaderos maestros de la actuación, se han ido decepcionados con la poca respuesta del público lojano.

El teatro comercial versus el teatro de arte, mientras el primero te presenta chabacanería y lo que el público quiere ver, el segundo te muestras realidades, denuncias que la gente prefiere ignorar. En ese dilema de vida nos hemos encontrado quienes en nuestra ciudad nos dedicamos a las tablas, por un lado esta renunciar a nuestras creencias, a nuestro espíritu artístico que busca calidad y creación, y por otro lado olvidarte de todo eso si quieres vivir del arte, explotando el morbo y doble sentido de situación aunque lo que hagas de artístico solo tenga el nombre…


Por una cultura de vida

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