Todos alguna vez
hemos esperado algo o a alguien, algunas
veces llega otras no; en el caso de una obra de teatro presentada por los
estudiantes del último año de teatro de la universidad Central del Ecuador, Godot nunca llego, pero me da la pauta de
poder escribir estas líneas sobre ellos y su relación con nuestra vida.
La obra en cuestión
a mi criterio le faltaban algunos elementos técnicos, sin embargo considero que
lo principal de esta puesta en escena, no estaba en cómo se presentó la obra,
sino más bien en lo que se quiso decir, en el mensaje de reflexión, crudo y
violento contra una sociedad indiferente. Me lleva a pensar que es más importante
lo que se tiene que decir o como se lo dice, quizá ambas, pero cuando a uno no
lo escuchan, o lo hacen y a los demás no les importa, creo que hay que buscar
formas alternativas de llegar al espectador como lo hicieron los compañeros de
teatro.
Cuando cualquier
persona va al teatro a presenciar un espectáculo la presentación de una obra, quizá
lo haga por entretenimiento, por pasar un buen rato y relajarse, en el caso de
“esperando a Godot” presentado por los estudiantes de teatro, no fue así,
bastaba con entrar al teatro de la facultad, para percibir un desagradable olor,
que parecía pasajero, pero conforme avanzaba la obra se intensificaba, hasta
que uno después nota que el olor es parte de la obra, donde uno de los
personajes, es un mendigo, que es explotado, golpeado, por los demás
personajes, en donde los golpes son reales, no son actuados, donde el
espectador empieza a sentirse incomodo por el olor y por lo que ve, y no porque
este mal representado más bien porque
uno se ve forzado a identificarse con los personajes.
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Esperando a ...- Diego Robles |
La primera impresión seria que absurda esta obra, pero no lo es tanto, muchas veces nosotros nos quedamos con los objetos con lo material, y no con los sentimientos, las acciones, cuantos de nosotros nos apestan los mendigos, los pobres, los que consideramos diferentes a nosotros.
Nos pasamos
esperando fortuna, éxito, triunfos, cosas materiales, que cuando llegan solo
hacen que se agrande nuestro vacío interior porque no nos llenan antes más bien
nos hacen desear más, y para conseguirlo vamos perdiendo los escrúpulos, vamos
atropellando a los demás con tal de conseguirlo.
En la obra Godot
nunca Apareció, pero en ese momento de espera, pasaron muchas cosas entre los
personajes, odios, intrigas, mentiras, abusos, en nuestra vida ocurre igual.
Por eso desde mi
trinchera, me siento satisfecho de haber soportado ese olor desagradable en el
teatro de la facultad, porque me hizo recordar que este arte no solo es para
decir cosas bonitas y agradables o para hacer sentir bien al público, también
es para cuestionarnos, para mover nuestras entrañas , nuestro corazón
petrificado e indiferente de nuestro alrededor.
Adelante compañeros
del último año de teatro, desde la distancia, mi apoyo y mis gracias, por haber
despertado esa parte rebelde del teatro que la había tenido dormida.
Por una cultura de vida.
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