miércoles, 11 de enero de 2012

LA TARDE



La tarde- Diego Robles
Revisando unos documentos, me encontré con varios intentos de escritura los mismos que hace cerca de veinte años escribí, uno de ellos me atrevo a compartir; quien sirvió de inspiración y las circunstancias de su creación prefiero guardarlas en mi memoria.

… Poco a poco va cayendo la tarde, el viento distante anuncia tormenta; casi como un augurio de la tempestad que ahora mi alma empieza…no sé si es otro triunfo, u otro fracaso, de la mano tristeza y alegría.

Los recuerdos, las ilusiones, se presentan ante mis ojos, que aunque lloran no pueden calmar una sed de compañía que me agobia y que anhela mi corazón, como un pretexto para disimular escribo estas líneas tratando de aliviar la soledad que me causo su ausencia.

La tarde

¡Ayúdame Dios mío!- es el grito que sin cesar implora mi alma, quede confundido con su desprecio, lloro y río sin saber porque…

Espero algún día entenderte, saber cuáles son las cosas que te separan de mí, y encontrar el camino para volver a ti.

Deseo escribirte más cosas, aunque algo en mí se niega a garabatear palabras que se bien nunca leerás o no las entenderás.

Una tarde de agosto, cuando te perdí y mi vida termino por primera vez con tu adiós…

Tenía dieciocho años en ese entonces, y como cualquier muchacho de esa edad, de esa época, aún podíamos ilusionarnos; y un lápiz y un papel eran los únicos medios para expresar lo que se sentía, al menos si uno era introvertido o tímido como en mi caso; no existía “el muro del Facebook” para publicar tu estado. Seria por eso que los sentimientos parecieran eran más intensos, más perdurables y no tan superficiales como ahora, que se cambia de estado cada cinco minutos.

Mucho he cambiado sin duda desde ese martes trece  de agosto, sin embargo algo se ha mantenido en mi inalterable, es mi capacidad de un soñar con un mundo mejor, y por ello con este encuentro con mi pasado me ha nacido el sueño de volver a la costumbre epistolar,  volver a escribir lo que siento y hacer llegar a mis personas especiales ese papelito escrito por mis manos, dejar a un lado las frases clichés de internet  o del celular  y sentirme humano otra vez y no solo una maquina. Porque nunca es tarde para soñar y expresar mis sentimientos.

Por una cultura de vida

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