miércoles, 24 de octubre de 2012

YA BASTA, NO ES TU CULPA


En la distancia querido amigo, siento tu tristeza, y me mata la impotencia de no poder ayudarte; pero como hacerlo si llevo la misma melancolía; sin embargo mi deseo de no permanecer indiferente ante tu situación me lleva a escribirte esta misiva; sé que las palabras se las lleva el viento y no tienen la misma fuerza que un abrazo, pero por el momento es lo único que te puedo ofrecer.

Alguna vez escuche que la madurez significa tomar decisiones, pero sobre todo asumir la consecuencia de esas decisiones, sin embargo y a pesar de eso no podemos evitar sentirnos mal o culpables por ello. En la vida muchas veces nos corresponde decir adiós y romper una situación que nos impide crecer o no nos deja ser felices, sin embargo después de un tiempo, nos preguntamos si fue lo correcto, si fue lo mejor y quisiera volver en el tiempo y no hacerlo, volver al pasado. Es allí cuando recuerdo al pueblo de Israel, que después de salir de Egipto, cuando estaban en el desierto, empezaron a recordar y quisieron volver a la esclavitud, pues les asustaba su nueva libertad.


Ante todo debemos pensar en cabeza fría, que fue lo que deje; paz o guerra, comprensión o conflicto, esclavitud y sumisión o libertad; cuales fueron las razones que me llevaron a separarme de aquello, y si las razones son fuertes, si sé que al volver me encontrare con el mismo panorama,  con la misma realidad, ya basta de lamentos.

En mi vida al igual que vos hemos puesto el corazón y hemos amado hasta la médula, sin embargo no fuimos correspondidos, fuimos maltratados, humillados, disminuidos en nuestra autoestima, presos de personas que no nos dejan soñar, que no nos permiten ser nosotros mismos, sino ser unas marionetas que  hacen y dicen lo que ellas quieren:

 Pero más triste es que después de un tiempo de terminar con aquello, quizás por miedo a la soledad, nos empieza a invadir la culpa, nos sentimos culpables; pero ¿culpable de qué?, acaso de ser como soy, de pensar lo que pienso, de ver y sentir al mundo diferente, de no ser uno más del montón.

Ama, ámalos, da tu vida por ellos, pero eso no implica que debas hacerlo junto a ellos, yo después de tanto tiempo lo entendí, que muchas veces es mejor estar lejos, a estar juntos y herirnos, ya sé que la gente va  hablar y decir que somos unos irresponsables,  “mal padre, mal esposo, mal hijo, mal hermano”, que se yo, pero que sabe la gente lo que en verdad sucede. Además tu no abandonaste a la persona, tu  dejaste a lado las incomprensiones, las desavenencias y diferencias irreconciliables, piensa cuales son más,  las cosas que los separan o las que los unen, ya basta de sentir culpa de aquello.

Por eso muchas veces no entiendo a parejas que se unen solo por un embarazo o por un hijo, y hacen de su relación una constante rutina. El enemigo del amor, nos mete a veces esas ideas, que no nos dejan crecer como personas, que no nos dejan afrontar y vivir a plenitud nuestra forma de ser, en lugar de estar lamentándonos y reprochándonos por lo que hicimos o no hicimos, más bien deberías enfocarnos en hacer el bien a todos, en vencer al mal a punta de hacer lo correcto, de hacer el bien. Quisiera seguir escribiendo, pero el espacio es limitado, y solo queda decir es hora de ser felices, aunque es inevitable ahora dejar de pensar si escribo para ti o para mí.


Por una cultura de vida

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