En la distancia
querido amigo, siento tu tristeza, y me mata la impotencia de no poder
ayudarte; pero como hacerlo si llevo la misma melancolía; sin embargo mi deseo
de no permanecer indiferente ante tu situación me lleva a escribirte esta
misiva; sé que las palabras se las lleva el viento y no tienen la misma fuerza
que un abrazo, pero por el momento es lo único que te puedo ofrecer.
Alguna vez escuche
que la madurez significa tomar decisiones, pero sobre todo asumir la
consecuencia de esas decisiones, sin embargo y a pesar de eso no podemos evitar
sentirnos mal o culpables por ello. En la vida muchas veces nos corresponde
decir adiós y romper una situación que nos impide crecer o no nos deja ser
felices, sin embargo después de un tiempo, nos preguntamos si fue lo correcto,
si fue lo mejor y quisiera volver en el tiempo y no hacerlo, volver al pasado.
Es allí cuando recuerdo al pueblo de Israel, que después de salir de Egipto,
cuando estaban en el desierto, empezaron a recordar y quisieron volver a la
esclavitud, pues les asustaba su nueva libertad.
Ante todo debemos
pensar en cabeza fría, que fue lo que deje; paz o guerra, comprensión o
conflicto, esclavitud y sumisión o libertad; cuales fueron las razones que me
llevaron a separarme de aquello, y si las razones son fuertes, si sé que al
volver me encontrare con el mismo panorama,
con la misma realidad, ya basta de lamentos.
En mi vida al igual
que vos hemos puesto el corazón y hemos amado hasta la médula, sin embargo no
fuimos correspondidos, fuimos maltratados, humillados, disminuidos en nuestra
autoestima, presos de personas que no nos dejan soñar, que no nos permiten ser
nosotros mismos, sino ser unas marionetas que
hacen y dicen lo que ellas quieren:
Pero más triste es que después de un tiempo de
terminar con aquello, quizás por miedo a la soledad, nos empieza a invadir la
culpa, nos sentimos culpables; pero ¿culpable de qué?, acaso de ser como soy,
de pensar lo que pienso, de ver y sentir al mundo diferente, de no ser uno más
del montón.
Ama, ámalos, da tu
vida por ellos, pero eso no implica que debas hacerlo junto a ellos, yo después
de tanto tiempo lo entendí, que muchas veces es mejor estar lejos, a estar
juntos y herirnos, ya sé que la gente va
hablar y decir que somos unos irresponsables, “mal padre, mal esposo, mal hijo, mal
hermano”, que se yo, pero que sabe la gente lo que en verdad sucede. Además tu
no abandonaste a la persona, tu dejaste
a lado las incomprensiones, las desavenencias y diferencias irreconciliables,
piensa cuales son más, las cosas que los
separan o las que los unen, ya basta de sentir culpa de aquello.
Por eso muchas
veces no entiendo a parejas que se unen solo por un embarazo o por un hijo, y
hacen de su relación una constante rutina. El enemigo del amor, nos mete a
veces esas ideas, que no nos dejan crecer como personas, que no nos dejan
afrontar y vivir a plenitud nuestra forma de ser, en lugar de estar
lamentándonos y reprochándonos por lo que hicimos o no hicimos, más bien
deberías enfocarnos en hacer el bien a todos, en vencer al mal a punta de hacer
lo correcto, de hacer el bien. Quisiera seguir escribiendo, pero el espacio es
limitado, y solo queda decir es hora de ser felices, aunque es inevitable ahora
dejar de pensar si escribo para ti o para mí.
Por una cultura de
vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario