miércoles, 10 de abril de 2013

ESTRELLAS O ESTRELLADOS

Estrellas o estrellados-Diego Robles
Esta última semana pude asistir a  un encuentro internacional de teatro con la participación de grupos de varios países,  más allá de analizar las obras que presentaron, me gustaría  hablar sobre otro aspecto que lo he observado en varias oportunidades  es un fenómeno que  a quienes estamos involucrados en la actividad teatral, alguna vez nos ha sucedido.

- No hay la estrella- todos somos un universo, todos son necesarios nadie imprescindible- Esta es una de las primeras reglas  o normas que nunca debemos olvidar la gente del arte dramático, sin embargo siempre o al menos una vez lo hacemos, nos sentimos los grandes, las estrellas, los predestinados; nuestro ego, nuestra soberbia sale a flor de piel y lo peor es que a veces surge por simplezas o circunstancias fortuitas, que me salió bien esta obra... ya me siento el mejor director o el mejor actor;  ya que pude asistir a un festival o he sido designado director y ya me siento por encima de los demás yo soy el grande; nadie vale más que yo… esta es una dura realidad que como digo alguna vez nos ha pasado, lo importante es despertar pronto de esa nube imaginaria descender a la realidad del trabajo diario, a la realidad de los demás, de lo contrario la caída de esa nube puede ser muy dolorosa.

El teatro es ante todo un fenómeno de comunicación, donde el dramaturgo, el director y los actores buscan llevar y dejar en el espectador un mensaje, sea este de cualquier tipo pero al final un mensaje, cuando se nos olvida esto hacemos obras solo para lucirnos, solo para que el público vea que tan bueno soy, para que noten todos como manejo a la perfección las técnicas actorales o dramáticas, allí el mensaje es vean que estupendo que soy admírenme; sin embargo creo que el público no va a eso al teatro.

Cuando nos subimos o nos crecemos, cambiamos como personas, dejamos que nuestro ego hable por nosotros y por ello se suele menospreciar a los demás a los que consideramos inferiores, sin embargo el verdadero artista, el que hace con amor y pasión su arte se despreocupa de creerse grande o pequeño, solo se interesa en hacer bien su labor, en cumplir y dar todo de sí en busca que el espectador se sienta conmovido con su ejecución.

En la obra “esperando a Godot” un personaje de mendigo que apesta literalmente, baja al público y con la mayor dulzura y cariño regala flores a los espectadores,  hasta este momento usted pensara que lindo, que tierno, que lindo gesto, pero no sé si pensara lo mismo cuando sepa que esa flor apestaba a excrementos humanos, que piensa ahora, se queda con la acción o con el objeto. Sin duda muchos se quedan con el objeto y dirán que asco, que falta de sensibilidad que atrevimiento.

Cuando uno se cree estrella solo busca dar flores perfumadas y fragantes, aunque cuando se las de lo hagan con cara de hipocresía, se busca agradar al público, se busca solo los aplausos, en cambio cuando uno tiene los pies sobre la tierra  descubre que mediante el teatro se puede y se debe decir eso que hiere, eso que molesta, esas realidades que gritan y a las cuales nos hacemos sordos, esas problemáticas a las cuales las autoridades y la sociedad prefiere hacerse la ciega, pero claro eso no nos hace famosos, más bien nos convierte en anarquistas y terroristas culturales.

Prefiero estrellarme y decir mi verdad, dar mi mensaje al público, conmoverme y hacerlo pensar, que creerme la gran estrella que recibe los aplausos de pie, y por eso mi teatro lo llevo donde los demás no lo quieren hacer porque lo consideran indigno, prefiero regalar flores que apestan quedarme con la acción, al fin de cuentas, todos somos mendigos y andamos dando migajas y mendigando a los poderosos favores, a quienes nuestras acciones y nuestra propia vida les fastidia.


Por una cultura de vida.

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