Sin duda un tema que genera un gran debate dentro del mundo teatral es la profesionalización de quienes practican este arte, la cuestión está entre quienes apoyan y quiénes no.
Por un lado tenemos a quienes defienden la postura ya que el teatro es una carrera como cualquier otra y por lo tanto debe ser practicada por quienes se preparan y estudian para ello obteniendo su título que los acredita para tal efecto.
Se atribuye
a los empíricos el hecho por el
cual esta manifestación artística aún se
mantiene rezagada y no logra ocupar su puesto y valía en la sociedad, son poquísimos los actores que pueden vivir de
su arte, son mal pagados, incluso el hecho de estudiar teatro aun es un estigma
que ningún padre quisiera que sus hijos lo hiciera, porque se sabe que no se
vive del teatro, los aficionados presentan cualquier cosa y quitan el trabajo a
los profesionales.
Tener un título de actor o director, garantiza la calidad del espectáculo, asegura que los contenidos impartidos, abre un gran abanico de posibilidades y derechos que los artistas reclaman.
Por otro lado tenemos a quienes se oponen a la academia, aduciendo que el talento no solo se lo aprende o desarrolla en un aula, y que un título no garantiza la creatividad y la aptitud. Y que por muchos años se ha demostrado que lo que cuenta es la experiencia y la practica teatral.
Si el teatro solo puede ser ejercido por profesionales, se privaría a muchos sectores de grandes beneficios que se aprenden y desarrollan con la práctica teatral, concentración, trabajo en equipo, el vencer la timidez, etc.
Personalmente me encuentro en la mitad de esta discusión, creo que el teatro solo podrá salir y solo se podrá darle el lugar que le corresponde en la sociedad con gente comprometida con ello, personas que sientan que el teatro surca sus venas; considero que ya es hora que se ponga un freno a muchos improvisados que siguen un cursito y ya se sienten directores o actores, creo que ya es hora de mostrar que el teatro solo es una distracción, una cosa de muchachos y que sirve para divertir al público.
Es el momento que se acaben los cursitos dados por desconocidos y donde se ofrecen crear “estrellas” cobrando grandes cantidades y creando grandes decepciones. Pero sobre todo es el momento de que quienes practicamos este arte, tengamos los mismos derechos y beneficios que otros profesionales. Si los profesionales o los aficionados lograra esto solo el tiempo lo dirá, aunque yo creo son los primeros los llamados a hacerlo.
Por una cultura de vida
Tener un título de actor o director, garantiza la calidad del espectáculo, asegura que los contenidos impartidos, abre un gran abanico de posibilidades y derechos que los artistas reclaman.
Por otro lado tenemos a quienes se oponen a la academia, aduciendo que el talento no solo se lo aprende o desarrolla en un aula, y que un título no garantiza la creatividad y la aptitud. Y que por muchos años se ha demostrado que lo que cuenta es la experiencia y la practica teatral.
Si el teatro solo puede ser ejercido por profesionales, se privaría a muchos sectores de grandes beneficios que se aprenden y desarrollan con la práctica teatral, concentración, trabajo en equipo, el vencer la timidez, etc.
Personalmente me encuentro en la mitad de esta discusión, creo que el teatro solo podrá salir y solo se podrá darle el lugar que le corresponde en la sociedad con gente comprometida con ello, personas que sientan que el teatro surca sus venas; considero que ya es hora que se ponga un freno a muchos improvisados que siguen un cursito y ya se sienten directores o actores, creo que ya es hora de mostrar que el teatro solo es una distracción, una cosa de muchachos y que sirve para divertir al público.
Es el momento que se acaben los cursitos dados por desconocidos y donde se ofrecen crear “estrellas” cobrando grandes cantidades y creando grandes decepciones. Pero sobre todo es el momento de que quienes practicamos este arte, tengamos los mismos derechos y beneficios que otros profesionales. Si los profesionales o los aficionados lograra esto solo el tiempo lo dirá, aunque yo creo son los primeros los llamados a hacerlo.
Por una cultura de vida
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