
Pero como poder
vivir, disfrutar y practicar el silencio en una sociedad llenad de ruidos, de
voces que retumban tus oídos, diciéndote que comprar, que pensar que sentir; en
una época donde es mal visto el que calla, y más aplaudido quien se desgarrara
con gritos aunque estos sean vacíos e inútiles.
Me ha pasado muchas veces que por ser prudente y preferir callar ante una situación o en una reunión recurro al silencio, se ve mal a este tipo de personas, quizás asuste el silencio, quizá lo común es que los demás quieran oírte hablar sus mismas estupideces, y claro quién quiere ser excluido o mirado como bicho raro.
Pero que tiene el
silencio, primero que hace que practiques la escucha a los demás, hace que no
te sientas el rey del universo, a escuchar a los demás por igual, no importa si
son más o menos que tú, todos tenemos siempre algo que decir, y no sabemos de
quien podemos aprender algo; el silencio nos permite callar las voces que no nos
dejan en paz y nos desvían de lo realmente importante, nos ayuda a encontrarnos
con nosotros mismos, a conocernos a reconocernos humanos grandes y limitados al
mismo tiempo; nos ayuda a trascender y a comunicarnos con Dios; nos proporciona
paz y un medio para escuchar con mayor claridad a nuestra conciencia.
Nos hace
reflexionar antes de que nuestra boca suelte palabras de las cuales tendremos
que asumir la responsabilidad por haberlas pronunciado.
Es tan bueno el silencio que es escuchado como
medio de captar atención del público en las obras de teatro o en el cine, el
silencio en estos casos rompe la acción y crea una expectativa de algo que
puede pasar, bien utilizado es un gran recurso para contar la historia, mal
usado en cambio puede destruir la historia.
Y eso puede pasar en nuestra vida usamos el
silencio de forma inadecuada, por ejemplo cuando callamos ante las injusticias,
cuando callamos y no denunciamos algo o alguien que sabemos es culpable, nos
volvemos cómplices del mal, solo por no involucrarnos, porque no es nuestro
problema. Usamos mal el silencio cuando aplicamos la ley del hielo y no decimos
ni expresamos nuestro amor, cariño y afecto a nuestros seres queridos- para que
hacerlo si ellos ya saben que los quiero- erróneamente así pensamos.
El poder del silencio, puede al igual que las lágrimas
romper y ablandar el corazón más duro. O puede contribuir por omisión a que se
destruya una vida, un país, no es exageración, pero muchas veces vemos tantas
cosas malas y no decimos nada, allí si prima el silencio, un silencio malicioso
que se mueve por desinterés o por indiferencia.
En ti y
en mi esta escoger que tipo de silencio practicamos, el que nos ayuda a crecer
y ser mejore, o el silencio cómplice que duele y mata a los demás.
Por una cultura de vida
diferosil@yahoo.es
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