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Entre el bien y el mal |
En mi vida en este
tiempo quiero pensar en que me toca interpretar la santidad, que esa es la
lección y oportunidad que en aquella triste tarde sepulte, hago un alto, aun no
estoy loco o quizá sí, no lo sé.
En este mundo donde
da miedo, y vergüenza ser bueno, ser honesto y honrado, donde lo común es
aprovechar la ocasión, no dejarse de nadie ni de nada, hacer lo que todos hacen,
y para demostrar que yo no temo que soy
libre y que tengo otra oportunidad sueño y lucho porque todos quisiéramos
asumir la santidad como una forma de vida, como decía la madre Teresa de Calcuta “...la santidad no es el privilegio de unos cuantos, sino un deber de
todos”
Pero antes que me
juzgue amigo déjeme explicarle mi concepto particular de santidad, ser santo no
es estar metido tarde y noche en un templo, no es nunca decir una palabrota, no es hacer milagros ni
prodigios, no es andar agachadito y
sumido y como temeroso de todo y solo pasarse hablando de Dios.

Es aquel que no necesita hablarte de Dios,
porque con su sola presencia tú te sientes en paz, con sus acciones entiendes
que debe existir un mas allá. Pero sobre todo ser santo significa amar, y
hacerlo sin condiciones, y dar ese amor a todos incluso sus enemigos, que mayor
prodigio que ese, que vencer el orgullo, la envidia, el rencor y dar la mano o
abrazar y perdonar a quien te ha herido.
Que este miércoles,
jueves y viernes no sea de feriado, de un alto de actividades, o solo sea un
tiempito para visitar un templo, más
bien que sea el inicio de una
nueva vida, donde hagamos morir todo lo malo de nosotros, y demos vida a una
nueva persona llena de entusiasmo y amor,.
Si no lo logro no importa, pero por lo menos
lo intento, cuando llegue el día supremo de mi presentación estelar estaré
satisfecho porque sabré que mis ensayos y mis esfuerzos valen la pena, además
puedo elegir entre el mal o el bien y prefiero el bien.
Por una cultura de
vida
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