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Un mundo por conocer- (Foto Diego Robles) |
Todos tenemos una idea del universo, con sus galaxias, planetas,
satélites, sistemas solares etc. Nos evoca a pensar sobre algo tan desconocido,
algo tan inmenso, algo aun por conocer, tanto así que en casi 20 siglos el hombre solo ha llegado a
la luna. Pero no voy hablar de ello, quiero hablar del ser humano, y es que
alguna vez en clases de actuación escuche decir “Cada compañero es un UNIVERSO” es un mundo aparte, diferente muchas veces
complementario.
Cuando pienso en
ello, creo que al igual que al infinito espacio, solo podemos llegar a conocer
de una persona una pequeñísima parte; lo que es más, nosotros mismos no
llegamos a conocernos, y como decía un verso, “aun conozco muy poco de mi y eso
me asusta”, muchas veces no somos consientes de lo que somos capaces, de lo que
podemos hacer.
Quizá por
protección, quizá por estar a la defensiva, creamos una coraza de apariencias
para no mostrarnos como en realidad somos y al final muchas veces terminamos
creyéndonos nuestras propias mentiras. Un día me rebele y me dije porque vivir
de apariencias y fingir lo que no soy, porque mostrarme como el buenito y
perfecto, cuando en realidad no lo soy, como ser humano tengo mis virtudes y
mis defectos, porque estar fingiendo y
aparentando no que no es o solo mostrando una parte de mi ser; claro cuando lo
hice más de uno se asusto y con simulada hipocresía se alejo o se aprovecho de
mi.
Estamos tan
habituados a pasar aparentando; en la pareja, en el trabajo, en la escuela, en
todo lado estamos tratando de “agradar” a los demás. Personalmente prefiero
aquellos que al igual que mi se muestran tal cual son en realidad, siendo
sinceros consigo mismos y con los demás.
Todos
diferentes, cada quien en lo suyo, con sus problemas y fortalezas, conviviendo
en un mundo de apariencias, por eso creo que la actuación es mágica, porque
toda esa fachada se caen y el sujeto puede mostrarse en esencia, sin disfraces.
Si en nuestra vida estuviéramos dispuestos a no fingir y dejáramos el teatro
solo para los escenarios y no para la vida aprenderíamos conocernos,
aceptarnos, respetarnos y amarnos a nosotros mismos sin narcisismo, porque ello
nos permitiría conocer, aceptar, respetar y amar al otro, al compañero, a la
amiga, al rival, a todos, cada universo individual, construyendo un universo
colectivo llamado sociedad.
Por una cultura
de vida
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