miércoles, 6 de junio de 2012

UN MUNDO POR CONOCER

Un mundo por conocer- (Foto Diego Robles)

Todos tenemos una idea del  universo, con sus galaxias, planetas, satélites, sistemas solares etc. Nos evoca a pensar sobre algo tan desconocido, algo tan inmenso, algo aun por conocer, tanto así que  en casi 20 siglos el hombre solo ha llegado a la luna. Pero no voy hablar de ello, quiero hablar del ser humano, y es que alguna vez en clases de actuación escuche decir “Cada compañero es un UNIVERSO”  es un mundo aparte, diferente muchas veces complementario.


Cuando pienso en ello, creo que al igual que al infinito espacio, solo podemos llegar a conocer de una persona una pequeñísima parte; lo que es más, nosotros mismos no llegamos a conocernos, y como decía un verso, “aun conozco muy poco de mi y eso me asusta”, muchas veces no somos consientes de lo que somos capaces, de lo que podemos hacer.

Quizá por protección, quizá por estar a la defensiva, creamos una coraza de apariencias para no mostrarnos como en realidad somos y al final muchas veces terminamos creyéndonos nuestras propias mentiras. Un día me rebele y me dije porque vivir de apariencias y fingir lo que no soy, porque mostrarme como el buenito y perfecto, cuando en realidad no lo soy, como ser humano tengo mis virtudes y mis defectos, porque  estar fingiendo y aparentando no que no es o solo mostrando una parte de mi ser; claro cuando lo hice más de uno se asusto y con simulada hipocresía se alejo o se aprovecho de mi.

Estamos tan habituados a pasar aparentando; en la pareja, en el trabajo, en la escuela, en todo lado estamos tratando de “agradar” a los demás. Personalmente prefiero aquellos que al igual que mi se muestran tal cual son en realidad, siendo sinceros consigo mismos y con los demás.

Todos diferentes, cada quien en lo suyo, con sus problemas y fortalezas, conviviendo en un mundo de apariencias, por eso creo que la actuación es mágica, porque toda esa fachada se caen y el sujeto puede mostrarse en esencia, sin disfraces. Si en nuestra vida estuviéramos dispuestos a no fingir y dejáramos el teatro solo para los escenarios y no para la vida aprenderíamos conocernos, aceptarnos, respetarnos y amarnos a nosotros mismos sin narcisismo, porque ello nos permitiría conocer, aceptar, respetar y amar al otro, al compañero, a la amiga, al rival, a todos, cada universo individual, construyendo un universo colectivo llamado sociedad.

Por una cultura de vida

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