Cuando no tengas
nada mejor que decir te recomiendo el silencio, disfruta de ese sin sonido, cierra
tus oídos y abre tu mente, hace unos días se realizó un festival de mimos, que tenía
como nombre La alegría del
silencio, un evento en el cual sus
protagonistas, sin usar palabras lograron trasmitir un sinfín de emociones y
sentimientos; lo que me lleva a la reflexión de como muchas veces las palabras,
son instrumentos de mentiras y engaños, en el evento artístico de mimos, todo
era natural, creíble. Cuando en nuestra vida debemos callar.
No hables a no
ser que vayas a decir algo mejor que el silencio, dice un conocido refrán, y es
que el silencio nos obliga a buscar la verdad, nos motiva a buscar nuevas
formas de expresión, nos permite encontrarnos y conocernos mejor a nosotros
mismos.
Disfrutemos del
silencio, los pocos espacios de nuestro tiempo, en nuestras ciudades tan
agitadas y con tantos ruidos quizá resulte difícil, pero intentemos cada día
por cinco minutos, luego por diez, hasta llegar a una hora en la que nos
quedemos en silencio, en la que nosotros mismos nos veamos, con nuestras
debilidades y fortalezas, hagamos de esta práctica algo común.
Las culturas
orientales dan mucho valor a esta práctica de no hablar, de hacerlo cuando sea
estrictamente necesaria, hay en nuestra cultura occidental personas que
voluntariamente hacen voto de silencio, en muchos libros espirituales se nos
dice que quien quiera encontrase con Dios es a través del silencio, y por eso
una de las mejores oraciones no son las que se pregonan a gritos, sino las que se dicen quedito.
Alguna vez nos
hemos puesto a pensar que mediante la palabra podemos engañar a los demás,
cuando y como lo hacemos cada uno tiene
la respuesta, es de sabios callar y de necios discutir, de nosotros depende si
valoramos y sabemos utilizar correctamente el silencio.
Sin embargo hay
un aspecto muy especial con respecto a esto, y es que para muchos callar la
boca es fácil, lo difícil es callar hacer un silencio mental, espiritual,
cuantos, no viven atormentados por voces del pasado, por voces de
remordimiento, de culpa, de sadismo, de maldad, de miedo; como callar esas
voces sencillo y complicado a la vez, teniendo una buena conciencia, haciendo
lo correcto, lo justo. Siendo mejores personas,
de este modo nuestra conciencia
no tendrá nada que recriminarnos, y a su vez esa voz de nuestra conciencia
callara las otras voces que nos atormentan.
Que hermoso es
ver como una madre se comunica con su hijo recién nacido, sin palabras, como
muchos jóvenes enamorados, no necesitan estarse diciendo cuanto se aman, qué
bello es ver a alguien integro, humilde que no necesita andar pregonando al
mundo sus triunfos o lo que sabe. El amor, la sencillez y todas las grandes
virtudes se manifiestan y gritan a través del silencio…
Por una cultura
de vida
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