Escuche una canción
cuya letra decía algo parecido a “no se tienen las cosas por poder hablar de
ellas”, esta frase me lleva a la reflexión sobre lo que quiere decir, sobre qué
me dice a mí.
Muchas veces uno
cree tener la razón en algo, cree saberlo y se puede hablar de ello puedo
parecer un erudito sobre tal o cual tema; pero si vamos más a fondo en realidad
cuanto sabemos de las cosas, a veces creemos que dominamos un arte, una técnica,
un oficio, porque sabemos mucho de ello, pero cuanto de lo teoría que sabemos e
hemos podido comprobar en la práctica.
No instruyas hasta que no seas instruido |
Ello me trae alusión a otro refrán que dice “en
el país de los ciegos el tuerto es rey”, no será más bien eso, que aprovechamos
el desconocimiento de los demás, de la
ignorancia y hasta ingenuidad del otro, para con cuatro palabritas que hemos
aprendido y repetimos de memoria, aparecer como todos unos inspirados; pero
que pasaría si en ese país de ciegos un día llega alguien que puede ver,
como engañaría a esa persona en ese momento se caería ese disfraz de erudito.
Por ello me atrevo
afirmar que para instruir a otro, para enseñar a otro, primero uno debe
instruirse de lo contrario sería un ciego guiando a otro ciego, pueden caminar por un sendero ya conocido y andarlo de memoria,
pero que sucedería cuando por alguna razón les toque desviarse, o haya un
cambio en el camino ya trazado, ese momento el avance se detendría.
Dependiendo del
ámbito donde se desarrolle esto puede afectar más o menos al individuo o a la
sociedad, en el caso de la medicina podría ser muy grave porque si el futuro
medico recibe una mala formación podría acarrear la muerte de un paciente, y
sin embargo existen muchos curanderos y falsos milagreros que ofrecen curar
toda dolencia.
En el mundo teatral,
puede ocurrir lo mismo, si bien nadie morirá, se estará matando al propia arte,
si la formación de un actor no es la adecuada, no solo se afectara a ese
individuo sino a la sociedad que empezara a ver como correcto o como que está
bien eso que se enseña mal, y empezaran a creer que el teatro es cualquier cosa
menos lo que es en efecto.
Muchas veces uno en
su entusiasmo de enseñar este arte puede querer abarcar muchas cosas, pero hay
que detenerse y ser sincero consigo mismo y detenerse a pensar, yo ya estoy en
condiciones de capacitar, como ha sido mi formación, mi capacitación, quizás
sepa muchas cosas, pero puedo enseñar.
Esto me trae a la
mente que muchas veces dentro de un mismo arte, este tiene muchos caminos, existen los creadores, los
ejecutantes, los compositores, los distribuidores, los capacitadores, etc. y no todos pueden hacer todo, puedo ser muy
buen carpintero, pero puedo ser pésimo maestro al enseñar a otro mi oficio.
Al respecto viene
toda esa reflexión de hoy, no pretender abarcar todo sin antes pensar si estoy
listo para hacer tal o cual cosa, más grave sería que a pesar de ello igual lo
haga solo por cuestiones de dinero o por aparentar lo que no soy.
Por una cultura de
vida
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